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Bogotá y el Post – Conflicto

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Bogotá y el Post – Conflicto.
Alirio López A.

Está la ciudad preparada para acompañar el post conflicto?... Qué medios tenemos a disposición para comprender con mayor realidad lo que se nos viene?
Porqué hay tanta resistencia a creer en la palabra de unos y de otros? ( Gobierno – Farc ).
Busca Santos pasar a la historia como el presidente de la paz?
Hay consistencia en este proceso. ¿ Qué nos mueve a creer que sólo y desde la verdad, justicia, reparación y no repetición vamos a abrir el camino para lograr la tan anhelada paz ideológica que se firmará en la Habana?. Todos los frentes de la Farc están en sintonía con las decisiones del Secretariado en los diálogos de la Habana? Obedecerán?

Todo esto y muchas otras reflexiones nos estamos haciendo los Bogotanos y por qué no el País entero.

Nuestra ciudad Capital en los últimos 15 años ha sufrido no una trasformación, sino un estancamiento en todos los niveles de la actividad humana. Nunca antes se había visto tanta corrupción de muchos de los honorables funcionarios públicos, y sobre todo de aquellos que con tesis de grado sobre “la ética y la responsabilidad social”, se presentaron como venerables contratistas, impolutos hombres que recibieron los dineros de los impuestos de los ciudadanos dizque para realizar obras que buscaban la modernización de la ciudad y terminaron estos dineros en las arcas de los corruptos de ayer y de hoy, desangrando a nuestra Atenas suramericana. Y lo más miserable es con la complicidad de alcaldes elegidos por la ciudadanía. Aquí no se escapa nadie, unos por corruptos directos, otros por cómplices y otros pasaron por la alcaldía soterrados y solapadamente presentando sus manos como limpias y honestas, sabiendo ellos mismo que son manos untadas de crimines y de sangre inocente,.

La ciudad está enferma de pésima educación, inseguridad, abandono, desempleado, intolerancia, desesperanza, jóvenes que claman oportunidades de vida y que ven frustrados sus sueños por los políticos de turno. Una ciudad descuadernada y con las arcas en cero.
Una ciudad donde prima los muros de concreto que la calidad de vida de los Bogotanos.
Creo personalmente y por mi experiencia en tantos frentes desde recuperación de milicianos, reinserción de pandilleros, pacificación de barras, desarme ciudadano, y conocedor de las heridas, y de las llagas de la carne viva de muchos hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos que nuestra ciudad no está preparada para el postconflicto.
Una cosa es la paz ideológica y otra la PAZ SOCIAL, esta sí que cuesta. En últimas la paz cuesta más que la guerra. Mientras muchos habitantes de la ciudad capital, pasan hambre, viven en la miseria, sufren las inclemencia de un estado negligente e insensible, muy difícilmente lograremos entrar en la escuela de la esperanza, del respeto y del perdón.

El Evangelio no entra en estómagos vacíos, decía Madre Teresa de Calcuta. Mientras sigamos siendo testigos de las largas filas para una atención deshumanizada en el sistema de salud. De qué paz estamos hablando?
Hay urgencia de creer en la palabra dada, pero es más urgente acabar con los corruptos que han sido los responsables directos de esta maldita guerra sin sentido. La corrupción genera injusticia social, violencia, muerte y soledad.

La paz no se logra pasando por encima de la dignidad del pueblo. La paz en un Don que estamos llamados a lograrla todos los días, sin tener que mendigar lo que por derecho nos corresponde.
Cuál es la solución que desde la alcaldía se está dando a todos los que llevados por el mundo maldito de la droga han sido desalojados del lugar, hacinados donde vivían y consumían la droga que para ellos era la forma de no pisar la realidad porque la gran ciudad nos les ofrecía la oportunidad de salir de ese mundo incierto y tenebroso….. y a unas cuadras, lugar donde habita el “Presidente de la Paz” y el “Alcalde de una Bogotá mejor”.
Los sacaron de ese infierno a otro más doloroso, regados por toda la ciudad, durmiendo en los andenes, en los atrios de los templos, extendiendo sus manos buscando el favor de los Samaritanos, que se duelen por su sufrimiento y abandono.

Necesitamos hacer un esfuerzo todos los Bogotanos para comprender el hoy de nuestra ciudad.

Necesitamos salir de sí mismos y buscar alternativas que nos comprometan a ayudar a aquellos, “hermanos colombianos” que no son todos los que se deciden entregar las armas, sobre todo los de menor rango, y apostarle a un futuro diferente, al de las montañas, las armas, la guerra y la muerte.

Muchos colombianos no creen en este proceso, está viciado desde su comienzo. Pero todos anhelados el comienzo de una paz estable y duradera, con justicia social.

La paz no es de Santos, no le pertenece a él, la paz es de todos los colombianos que de una u otra forma hemos sido víctimas de este conflicto armado. ¡El único camino para la paz es la paz!

Dios nos coja confesados.