Señor, siento profunda tristeza porque muchos hombres, te han sacado de su corazón.
Hay una manía en muchos hogares, en muchas instituciones, en muchos hospitales, de sacarte, echarte fuera.
Te estamos echando del mundo cultural, de la sociedad, incluso de las iglesias.
Por qué? Porque nos estorba, nos fastidia, nos molesta.
Porque no lo necesitamos ya. Más aún, hay gente que presume de haber logrado este triunfo: YA HEMOS PUESTO AL HOMBRE EN SU LUGAR. NO NECESITAMOS DE DIOS.
El que pierde no es Él, el que pierde es el hombre. Y así podemos constatar estadísticamente, que en los lugares donde Dios no está, el hombre se ha vuelto contra sí mismo.
Aumentan los suicidios, hay violencia intr.-familiar. Crece la cultura de la muerte, hay odios, resentimientos, injusticias, guerra.
Los desastres aumentan, los jóvenes pierden la esperanza y dejan de soñar.
Se maltrata al niño. Se obliga al aborto, se pierde el sentido de la vida.
Señor, que pena, nos estamos olvidando de Ti. Tú eres un Dios de amor y de perdón. Un Dios de Misericordia y bondad: Escúchame en esta mañana.
Te pido por todos aquellos que te han sacado del corazón, de los hogares, de las instituciones, de las universidades, de los salones de clase.
Muéstrate compasivo con ellos. Toca sus corazones, y haz que vuelvan al buen camino.
Que comprendan que sin ti, nuestra vida no tiene sentido. Marchamos como ovejas sin Pastor.
Ánimo a todos aquellos que continúan con Dios en su corazón, para que perseveren en la unión familiar, en la justicia, en las buenas relaciones interpersonales, en los hospitales y centros de salud, en las cárceles, en todos aquellos lugares y espacios, donde todavía hay esperanza de vida. Especialmente, ánimo a todos los hermanos secuestrados, que en esta mañana, abren su corazón y su vida al sueño de la libertad y de la paz.
Padre, bendícenos y ayúdanos a vivir esta jornada, en el compromiso cristiano de la oración y de la acción.