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Sacramento de la Reconciliación

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“Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.” Juan 20, 22-23

SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN

“Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.”     Juan 20, 22-23

Son muchos los católicos que comulgan y no se confiesan y muchos de los que se confiesan parece que no tienen de que confesarse. Gran cantidad de fieles no se ven en pecado, «no tienen» faltas y por lo tanto no tienen necesidad de pedir perdón a Dios y recibir la absolución de la Iglesia por medio del Sacramento de la Reconciliación, de la Penitencia o confesión.

El Sacramento comienza desde el momento en que nos decidimos a volver al amor del Padre Dios y continúa cuando, sintiéndonos perdonados, nos esforzamos por ser fieles al Señor en la comunidad de nuestros prójimos.

Ya sabes que lo más importante para que tu confesión sea buena y produzca mucho fruto es que estés de verdad arrepentido de tus pecados y con propósito verdadero de procurar no cometerlos más.

Los que se acercan al Sacramento de la Penitencia obtienen de la misericordia de Dios, el perdón de los pecados cometidos contra Él y al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor,  su ejemplo y sus oraciones.

El pecado es, ante todo, ofensa a Dios, ruptura de la comunión con Él.  Al mismo tiempo, atenta contra la comunión con la Iglesia. Por eso la conversión implica a la vez perdón de Dios y la reconciliación con la Iglesia, que es lo que expresa y realiza litúrgicamente el sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación.

Oración preparatoria

Padre: creo que estás aquí, que me ves, que me oyes y que me quieres. Yo también te quiero aunque a veces te he ofendido con mis pecados. Te pido perdón. Sé que me vas a perdonar en este Sacramento donde tu misericordia se derrama sobre los que acuden a Ti arrepentidos.

Ayúdame a conocer bien mis pecados y a arrepentirme de todos ellos. Ayúdame también a manifestarlos confiadamente al confesor, sin ocultar ninguno.

Padre, Tú te compadeces de toda la humanidad, nos acoges y nos concedes tu auxilio cuando lo necesitamos. Abre ahora mis ojos, para que sepa ver el mal que he cometido y el bien que he dejado de hacer, y toca mi corazón, para que me convierta sinceramente a ti. Cura y fortalece mi debilidad, renueva en mí tu amor. Concédeme, Padre, tu luz, por Jesucristo, hermano y guía de toda la humanidad.

Padre, posa sobre mi tu mirada misericordiosa. Mírame, como lo hiciste a través de los ojos de tu Hijo Jesucristo, que vio a aquella mujer pecadora que comparecía ante él y no la condenó. Concédeme la gracia de la contrición y propósitos firmes de enmienda, para que sea capaz de comparecer ante tu presencia, dispuesto a comenzar una nueva vida a la luz de tu Palabra.

Madre de la Iglesia, alcánzame la gracia de hacer una confesión humilde y sincera. Amén.

La Palabra de Dios

Para hacer una buena confesión prepárese ante Dios leyendo su Palabra. Así, se despiertan en nosotros sentimientos de arrepentimiento, conciencia de que debemos cambiar, y confianza en la misericordia de Dios que nos quiere perdonar.

Entonces le dijo Jesús a Simón: “Un prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro le debía cincuenta. Como no podían pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?” Simón le respondió: “Supongo que aquel a quien perdonó más”. Le dijo Jesús: “Haz juzgado rectamente”. (Lucas 7, 41-43).

Todos los publicanos y gente de mal vivir se le iban acercando para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban los unos con los otros, diciendo: “Este acoge a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo: “¿Hay alguno de ustedes que teniendo cien ovejas, si se le pierde una, no deja las otras noventa y nueve allá en el desierto y va luego a buscar la perdida hasta que la encuentre? Y una vez que la encuentra, se la carga sobre los hombros todo lleno de alegría…”  (Lucas 15, 1-5).

Dijo Zaqueo: “Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y a quien le haya robado le devolveré cuatro veces más”. Jesús, dijo con respecto a él: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también este hombre es un hijo de Abrahán. El hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.  (Lucas 19, 8-10).

Examen de conciencia

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazónLucas 10, 27

• ¿Participo activamente en la vida de la Iglesia? ¿Llevo una vida de oración?

• ¿He creído en supersticiones, hechicerías, brujerías?

• ¿He sido fiel a mi fe? ¿Me he avergonzado de ella?

• ¿He adorado personas o cosas?

• ¿Tengo otros dioses, es decir, cosas como el poder, la fama, la riqueza, me preocupan?

• He jurado en vano el santo nombre de Dios, es decir:

• Sin verdad: Cuando he jurado lo que es falso o prometido lo que no tenía intención de cumplir.

•   Sin justicia: Cuando he jurado hacer una cosa mala.

• Sin necesidad: Cuando he jurado por cosas que no son importantes.

Ámense los unos a los otros 

como yo los he amadoJuan 13, 34

• ¿He amado, ayudado, respetado y obedecido a mis padres? ¿He amado, corregido, educado, a mis hijos?

• ¿He dado buen ejemplo? ¿He sido responsable en mis obligaciones?

• ¿He cumplido bien y fielmente con mis deberes como jefe, responsable de alguna actividad, empleado público o privado?

• ¿He pagado siempre los salarios justos?‘¿He obrado en todo de acuerdo con la justicia?

• ¿He amado, honrado y contribuido al bien y prosperidad de mi patria?

•     ¿Comparto todo lo que tengo?

Cristo me amó y se entregó por míGálatas 2, 20

• ¿He pensado o intentado quitarme la vida? ¿He atentado contra la vida de los demás?

• ¿He despreciado, odiado o guardado rencor a alguien? ¿He deseado vengarme?

• ¿He perjudicado a otros en su salud física o moral?

• ¿Destruyo mi vida con el cigarrillo o el alcohol?

• ¿He golpeado, herido o torturado a alguien?

• ¿He practicado o colaborado con el secuestro, la extorsión o cualquier forma de violencia?

• ¿He sido responsable al conducir vehículos, abuso de la velocidad, respeto las leyes del tránsito?

• ¿He usado drogas alucinógenas, o estupefacientes?

• ¿He negociado con esas sustancias por ambición de dinero, sin importarme la ruina física y espiritual de los demás?

Y vio Dios que todo era bueno   Génesis 1, 10

• ¿He protegido el medio ambiente?

• ¿He sabido respetar mi cuerpo y el de los demás?

• ¿He robado? ¿He respetado las cosas y los bienes de los demás? ¿He pagado oportunamente las deudas?

• ¿He cobrado intereses de usura? ¿He especulado en el precio de las ventas? ¿He despilfarrado el dinero?

• ¿He usado indebidamente los dineros públicos?

• ¿He practicado el contrabando? ¿He buscado el enriquecimiento ilícito? ¿He formado parte de grupos delictivos o colaborado con sus actividades?

Cuanto dejaron de hacer con uno de estos más pequeños también conmigo dejaron de hacerlo    Mateo 25, 45

Celebración del Sacramento

Antes de acercarme al Sacerdote oro confiado en los brazos del Padre misericordioso, sintiendo profundamente haberle ofendido:

Señor Jesús, Tú que quisiste ser llamado amigo de los pecadores, líbrame ahora de mis culpas, por el misterio de tu muerte y resurrección. Que tu paz florezca en mí, para que pueda dar frutos de amor, justicia y verdad.

Señor y Dios mío: ayúdame a descubrir el mal que he hecho y el bien que he dejado de hacer. Toca mi corazón para que con sinceridad me convierta a Ti. Restaura en mí tu amor, para que  resplandezca en mi  vida la  imagen  de tu Hijo, el Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

1. Confesión de los pecados

Me acerco al Sacerdote, con humildad, y le hablo con sinceridad, confianza y claridad.

2. Acto de contrición

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo, ayudado de tu gracia, no volver a pecar y confío en que por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas, y me has de llevar a la vida eterna. Amén.

3. Oración de absolución

La dice el Sacerdote así:

Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo, por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo (+) de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. 

4. Satisfacción o penitencia

Es la obra u oración que el Sacerdote me encomienda como reparación por mis pecados y reconciliación con la comunidad eclesial.

5. Me retiro y hago mi propia oración así:

Te damos gracias y te bendecimos por tu amor y tu perdón, Señor Dios, Padre misericordioso, que desde siempre te has dado a conocer como Señor del universo y del hombre, y que nos has revelado por medio de Jesús el rostro del Padre y nuestro semblante de hijos.

Gracias, Señor, por tu amor que sostiene siempre nuestro camino. En Jesús, tu Hijo y hermano nuestro, has revelado, Señor Dios, tu rostro de amor universal. Él ha pasado entre nosotros siendo consuelo para los abatidos, justicia para los pobres, alegría para los sencillos y los humildes. Ahora él está delante de nosotros, no permite que seamos vencidos por el cansancio y las dificultades, sino día a día nos devuelve al amor y a la alegría.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

RECUERDA QUE TÚ LE MANIFIESTAS 

VERDADERO AMOR…

• A tú prójimo, cuando no abusas de él ni lo utilizas para tu propio provecho personal o cuando no lo escandalizas con tus palabras, actitudes y/o acciones. Cuando compartes tus bienes con los más necesitados y haces lo posible por defender sus derechos.

• A tus padres, cuando les ofreces el respeto, los ayudas en sus necesidades tanto materiales como espirituales y, sobretodo, cuando eres obediente.

• A tus hijos, cuando los educas con los principios cristianos y, con tu ejemplo ejerces tu autoridad paternal o maternal.

• A tu esposa (o), cuando le eres fiel en las distintas relaciones con los demás y le guardas el respeto que merece como pareja.

• A la comunidad donde tú vives, cuando eres justo, responsable y honesto con tu oficio y cuando le prestas con amor tu servicio a la sociedad. Y si eres un patrón, cuando pagas un salario justo y cumples con todos tus deberes. Cuando colaboras en el cuidado de los espacios públicos y en el buen manejo de las basuras.

• A la vida, cuando la defiendes de todo tipo de atropello que intente opacarla o segarla, incluso ante el más sencillo e indefenso, como es el caso del aborto y la eutanasia. Cuando guardas la integridad física y moral de todos aquellos que te rodean.

• A ti mismo, cuando te preocupas y te esfuerzas por vivir al máximo lo anteriormente dicho, y cuando eres portavoz y defensor de la verdad  y la justicia y te alejas de todo camino que lleve a la corrupción, robo, desfalco o cualquier tipo de deseo de bienes que le pertenezcan a tu prójimo o que causen cualquier tipo de daño a los bienes públicos.ación por los Confesores

Señor, dales sabiduría a tus Ministros en el confesonario. Haz que su intención sea pura, su celo sincero, su caridad paciente y su trabajo fecundo. Que sean dóciles pero no débiles, serios pero no severos, que no desprecien al pobre ni alaguen al rico. Haz que sean amables al confortar a los pecadores, prudentes al interrogarlos y expertos al instruirlos. Purifica sus corazones con la infusión del Espíritu Santo para que tengan piedad y misericordia, que conserven a tus fieles en el amor y en las virtudes y los conduzcan a la vida eterna. Amén.

Texto preparado por Gabriel Londoño Sepúlveda

 SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN

 “Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.”     Juan 20, 22-23

Son muchos los católicos que comulgan y no se confiesan y muchos de los que se confiesan parece que no tienen de que confesarse. Gran cantidad de fieles no se ven en pecado, «no tienen» faltas y por lo tanto no tienen necesidad de pedir perdón a Dios y recibir la absolución de la Iglesia por medio del Sacramento de la Reconciliación, de la Penitencia o confesión.

 El Sacramento comienza desde el momento en que nos decidimos a volver al amor del Padre Dios y continúa cuando, sintiéndonos perdonados, nos esforzamos por ser fieles al Señor en la comunidad de nuestros prójimos.

 Ya sabes que lo más importante para que tu confesión sea buena y produzca mucho fruto es que estés de verdad arrepentido de tus pecados y con propósito verdadero de procurar no cometerlos más.

 Los que se acercan al Sacramento de la Penitencia obtienen de la misericordia de Dios, el perdón de los pecados cometidos contra Él y al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor,  su ejemplo y sus oraciones.

 El pecado es, ante todo, ofensa a Dios, ruptura de la comunión con Él.  Al mismo tiempo, atenta contra la comunión con la Iglesia. Por eso la conversión implica a la vez perdón de Dios y la reconciliación con la Iglesia, que es lo que expresa y realiza litúrgicamente el sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación.

Oración preparatoria

 Padre: creo que estás aquí, que me ves, que me oyes y que me quieres. Yo también te quiero aunque a veces te he ofendido con mis pecados. Te pido perdón. Sé que me vas a perdonar en este Sacramento donde tu misericordia se derrama sobre los que acuden a Ti arrepentidos.

 Ayúdame a conocer bien mis pecados y a arrepentirme de todos ellos. Ayúdame también a manifestarlos confiadamente al confesor, sin ocultar ninguno.

 Padre, Tú te compadeces de toda la humanidad, nos acoges y nos concedes tu auxilio cuando lo necesitamos. Abre ahora mis ojos, para que sepa ver el mal que he cometido y el bien que he dejado de hacer, y toca mi corazón, para que me convierta sinceramente a ti. Cura y fortalece mi debilidad, renueva en mí tu amor. Concédeme, Padre, tu luz, por Jesucristo, hermano y guía de toda la humanidad.

 Padre, posa sobre mi tu mirada misericordiosa. Mírame, como lo hiciste a través de los ojos de tu Hijo Jesucristo, que vio a aquella mujer pecadora que comparecía ante él y no la condenó. Concédeme la gracia de la contrición y propósitos firmes de enmienda, para que sea capaz de comparecer ante tu presencia, dispuesto a comenzar una nueva vida a la luz de tu Palabra.

 Madre de la Iglesia, alcánzame la gracia de hacer una confesión humilde y sincera. Amén.

La Palabra de Dios

 Para hacer una buena confesión prepárese ante Dios leyendo su Palabra. Así, se despiertan en nosotros sentimientos de arrepentimiento, conciencia de que debemos cambiar, y confianza en la misericordia de Dios que nos quiere perdonar.

 Entonces le dijo Jesús a Simón: “Un prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro le debía cincuenta. Como no podían pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?” Simón le respondió: “Supongo que aquel a quien perdonó más”. Le dijo Jesús: “Haz juzgado rectamente”. (Lucas 7, 41-43).

 Todos los publicanos y gente de mal vivir se le iban acercando para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban los unos con los otros, diciendo: “Este acoge a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo: “¿Hay alguno de ustedes que teniendo cien ovejas, si se le pierde una, no deja las otras noventa y nueve allá en el desierto y va luego a buscar la perdida hasta que la encuentre? Y una vez que la encuentra, se la carga sobre los hombros todo lleno de alegría…”  (Lucas 15, 1-5).

 Dijo Zaqueo: “Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y a quien le haya robado le devolveré cuatro veces más”. Jesús, dijo con respecto a él: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también este hombre es un hijo de Abrahán. El hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.  (Lucas 19, 8-10).

 Examen de conciencia

 Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazónLucas 10, 27

•   ¿Participo activamente en la vida de la Iglesia? ¿Llevo una vida de oración?

•   ¿He creído en supersticiones, hechicerías, brujerías?

•   ¿He sido fiel a mi fe? ¿Me he avergonzado de ella?

•   ¿He adorado personas o cosas?

•   ¿Tengo otros dioses, es decir, cosas como el poder, la fama, la riqueza, me preocupan?

•   He jurado en vano el santo nombre de Dios, es decir:

•    Sin verdad: Cuando he jurado lo que es falso o prometido lo que no tenía intención de cumplir. 

•   Sin justicia: Cuando he jurado hacer una cosa mala.

•     Sin verdad: Cuando he jurado lo que es falso o prometido lo que no tenía intención de cumplir. 

•     Sin justicia: Cuando he jurado hacer una cosa mala.

•    Sin necesidad: Cuando he jurado por cosas que no son importantes.

 Ámense los unos a los otros como yo los he amado Juan 13, 34

•   ¿He amado, ayudado, respetado y obedecido a mis padres? ¿He amado, corregido, educado, a mis hijos?

•   ¿He dado buen ejemplo? ¿He sido responsable en mis obligaciones?

•   ¿He cumplido bien y fielmente con mis deberes como jefe, responsable de alguna actividad, empleado público o privado?

•   ¿He pagado siempre los salarios justos?‘¿He obrado en todo de acuerdo con la justicia?

•   ¿He amado, honrado y contribuido al bien y prosperidad de mi patria?

•     ¿Comparto todo lo que tengo?

 Cristo me amó y se entregó por mí Gálatas 2, 20

•   ¿He pensado o intentado quitarme la vida? ¿He atentado contra la vida de los demás?

•   ¿He despreciado, odiado o guardado rencor a alguien? ¿He deseado vengarme?

•   ¿He perjudicado a otros en su salud física o moral?

•   ¿Destruyo mi vida con el cigarrillo o el alcohol?

•   ¿He golpeado, herido o torturado a alguien?

•   ¿He practicado o colaborado con el secuestro, la extorsión o cualquier forma de violencia?

•   ¿He sido responsable al conducir vehículos, abuso de la velocidad, respeto las leyes del tránsito?

•   ¿He usado drogas alucinógenas, o estupefacientes?

•   ¿He negociado con esas sustancias por ambición de dinero, sin importarme la ruina física y espiritual de los demás?

Y vio Dios que todo era bueno   Génesis 1, 10

•   ¿He protegido el medio ambiente?

•   ¿He sabido respetar mi cuerpo y el de los demás?

•   ¿He robado? ¿He respetado las cosas y los bienes de los demás? ¿He pagado oportunamente las deudas?

•   ¿He cobrado intereses de usura?       ¿He especulado en el precio de las ventas? ¿He despilfarrado el dinero?

•   ¿He usado indebidamente los dineros públicos?

•   ¿He practicado el contrabando? ¿He buscado el enriquecimiento ilícito? ¿He formado parte de grupos delictivos o colaborado con sus actividades?

  Cuanto dejaron de hacer con uno de estos más pequeños también conmigo dejaron de hacerlo    Mateo 25, 45

 Celebración del Sacramento

 Antes de acercarme al Sacerdote oro confiado en los brazos del Padre misericordioso, sintiendo profundamente haberle ofendido:

 Señor Jesús, Tú que quisiste ser llamado amigo de los pecadores, líbrame ahora de mis culpas, por el misterio de tu muerte y resurrección. Que tu paz florezca en mí, para que pueda dar frutos de amor, justicia y verdad.

 Señor y Dios mío: ayúdame a descubrir el mal que he hecho y el bien que he dejado de hacer. Toca mi corazón para que con sinceridad me convierta a Ti. Restaura en mí tu amor, para que  resplandezca en mi  vida la  imagen  de tu Hijo, el Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 1.   Confesión de los pecados

      Me acerco al Sacerdote, con humildad, y le hablo con sinceridad, confianza y claridad.

 2.   Acto de contrición

      Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo, ayudado de tu gracia, no volver a pecar y confío en que por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas, y me has de llevar a la vida eterna. Amén.

 3.   Oración de absolución

      La dice el Sacerdote así:

      Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo, por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo (+) de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

 4.   Satisfacción o penitencia

      Es la obra u oración que el Sacerdote me encomienda como reparación por mis pecados y reconciliación con la comunidad eclesial.

 5.   Me retiro y hago mi propia oración así:

Te damos gracias y te bendecimos por tu amor y tu perdón, Señor Dios, Padre misericordioso, que desde siempre te has dado a conocer como Señor del universo y del hombre, y que nos has revelado por medio de Jesús el rostro del Padre y nuestro semblante de hijos.

Gracias, Señor, por tu amor que sostiene siempre nuestro camino. En Jesús, tu Hijo y hermano nuestro, has revelado, Señor Dios, tu rostro de amor universal. Él ha pasado entre nosotros siendo consuelo para los abatidos, justicia para los pobres, alegría para los sencillos y los humildes. Ahora él está delante de nosotros, no permite que seamos vencidos por el cansancio y las dificultades, sino día a día nos devuelve al amor y a la alegría.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

RECUERDA QUE TÚ LE MANIFIESTAS

VERDADERO AMOR…

 

Ø  A tú prójimo, cuando no abusas de él ni lo utilizas para tu propio provecho personal o cuando no lo escandalizas con tus palabras, actitudes y/o acciones. Cuando compartes tus bienes con los más necesitados y haces lo posible por defender sus derechos.

Ø  cuando les ofreces el respeto, los ayudas en sus necesidades tanto materiales como espirituales y, sobretodo, cuando eres obediente.

Ø  A tus padres, cuando les ofreces el respeto, los ayudas en sus necesidades tanto materiales como espirituales y, sobretodo, cuando eres obediente. 

Ø  A tus hijos, cuando los educas con los principios cristianos y, con tu ejemplo ejerces tu autoridad paternal o maternal. 

Ø  A tu esposa (o), cuando le eres fiel en las distintas relaciones con los demás y le guardas el respeto que merece como pareja. 

Ø  A la comunidad donde tú vives, cuando eres justo, responsable y honesto con tu oficio y cuando le prestas con amor tu servicio a la sociedad. Y si eres un patrón, cuando pagas un salario justo y cumples con todos tus deberes. Cuando colaboras en el cuidado de los espacios públicos y en el buen manejo de las basuras. 

Ø  A la vida, cuando la defiendes de todo tipo de atropello que intente opacarla o segarla, incluso ante el más sencillo e indefenso, como es el caso del aborto y la eutanasia. Cuando guardas la integridad física y moral de todos aquellos que te rodean. 

Ø  A ti mismo, cuando te preocupas y te esfuerzas por vivir al máximo lo anteriormente dicho, y cuando eres portavoz y defensor de la verdad  y la justicia y te alejas de todo camino que lleve a la corrupción, robo, desfalco o cualquier tipo de deseo de bienes que le pertenezcan a tu prójimo o que causen cualquier tipo de daño a los bienes públicos.

Oración por los Confesores

Señor, dales sabiduría a tus Ministros en el confesonario. Haz que su intención sea pura, su celo sincero, su caridad paciente y su trabajo fecundo. Que sean dóciles pero no débiles, serios pero no severos, que no desprecien al pobre ni alaguen al rico. Haz que sean amables al confortar a los pecadores, prudentes al interrogarlos y expertos al instruirlos. Purifica sus corazones con la infusión del Espíritu Santo para que tengan piedad y misericordia, que conserven a tus fieles en el amor y en las virtudes y los conduzcan a la vida eterna. Amén.

 Texto preparado por Gabriel Londoño Sepúlveda