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Todos somos responsables de todos

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Hay que promover el deporte, combatir la corrupción, y brindar más y mejores oportunidades de vida.

Mons. Alirio López, sacerdote y especialista en resolución de conflictos.

Hay que educar para el presente, dando herramientas para una cultura de la vida, el cumplimiento de la normatividad y un estar en paz consigo mismo".

Desde su perspectiva como educador y líder de opinión ¿por qué cree que los colombianos actuamos agresivamente al momento de celebrar?

Desafortunadamente, la falta de una cultura del saber tomar lleva a que muchos colombianos –no podemos generalizar– en medio de sus celebraciones, mezclen una gran cantidad de emociones, sentimientos y poca racionalidad; especialmente cuando se juntan armas y alcohol, gasolina y alcohol. Cuestiono siempre con todo respeto, aquella frase de algunos: “si no hay trago me siento en retiros espirituales”.

¿Cuáles son los principales factores que nos mueven a celebrar de manera violenta? Enumere los tres o cuatro principales y explíquelos brevemente.

En primer lugar, la excusa del “me siento bien”: una forma elegante de buscar mecanismos de defensa ante situaciones que se padecen. Segundo, la pérdida de la conciencia y lucidez: "no quiero ser consciente de lo que pasa y ante mis problemas y necesidades, prefiero sentirme chévere y bien". Es la filosofía del "un traguito no hace daño” y después del uno, dos, tres y luego la botella, para terminar diciéndose verdades o mentiras u ofendiendo al uno y al otro. Yo no sé hasta dónde tiene sentido y es cierto aquello de que el borrachito siempre dice verdades. Tercero, el alcohol y otras drogas alteran el equilibrio y si no tomo y comparto con los demás, me van a ver como una “gallina” o dominado por alguien o por algo. Cuarto, no podemos olvidar que el maltratado de ayer por el alcohol, es el mal-tratante de hoy, consigo mismo o con los demás. Tiene que ver con un tema generacional, de padres alcohólicos y patologías familiares.

¿Este problema de violencia en las celebraciones tiene que ver con la naturaleza del colombiano y su estructura social? ¿Con el sistema educativo?

No estoy de acuerdo con que tenga que ver con la naturaleza del colombiano; sería algo así como decir: ser pobre es igual a ser violento y no creo que esto sea así; no todo pobre es violento, ni todo violento es pobre. Creo, profundamente y lo digo por mi experiencia en tantos años de trabajo con pandillas, barras, desarme ciudadano y como educador y rector de colegios por espacio de 15 años, que el sistema educativo en Colombia es pobre, de baja calidad y se queda en resultados y no en procesos. Hay que educar para el presente, dando herramientas para una cultura de la vida, el cumplimiento de la normatividad y un estar en paz consigo mismo. Esto es fundamental y no se hace. Con respecto a lo de la estructura social, claro que tiene que ver con ello. Por ejemplo, ¿cuál es el mensaje detrás de un campeonato de fútbol patrocinado por una cervecería, una licorera, una marca de cigarros, etc.? Que barrio que se respete, tiene cantina; es decir, un lugar en donde se expende licor o se venden cigarrillos.

¿A quién le corresponde asumir la solución del problema?

Todos somos responsables de todos: la familia, el estado, la educación. Hay que promover el deporte, combatir la corrupción y brindar más y mejores oportunidades de vida. Todas las instituciones son responsables, ninguna se escapa, pero ante todo, hay que trabajar por un cambio de mentalidad y de actitud: tenemos que aprender a tomar y no a "jartar”, como dicen por ahí. Atender a esta situación de violencia en las celebraciones le compete a la institucionalidad y al sujeto mismo, autónomo, responsable y con el ejercicio sagrado del libre albedrío. Los primeros que deben dar ejemplo son nuestros “honorables legisladores” que no han entendido que el verdadero poder está en el servicio y el respeto a los demás.

¿Qué debería hacer el Estado en el ámbito educativo? ¿Qué medidas debe tomar a corto y largo plazo?

Revisar muy bien los programas que eduquen para la convivencia pacífica, el respeto y el sentido de autoridad. La anarquía y la permisividad van dejando desierto y soledad, irrespeto y libertinaje. El Estado legisla, pero para unos pocos; muchas veces la legislación queda en letra muerta. Los medios de comunicación deben realizar campañas en orden a la prevención; no pueden ser cómplices silenciosos, soterrados, ante tantas tragedias que deja el alcohol mal asumido. Repito: hay que revisar muy bien los procesos educativos y en las comunidades, los diferentes líderes ser responsables, con escuelas de padres, de ayudar en esta prevención y educación del problema. No se trata de prohibir sino de educar (bella frase de Mafalda: “prohibido prohibir”).

¿Qué puede hacer cada uno de nosotros para cambiar esta situación?

Convendría que cada quien revisara sus motivaciones y sus reacciones: si veo que algo me hace daño, lo evito; lo otro es una patología que debe ser tratada y el sujeto víctima de esta situación debe recibir acompañamiento. Es urgente que en Colombia pensemos muy bien, al menos, que el consumo abusivo e inapropiado del alcohol pone en riesgo mi vida, la de mi compañero o amigo y la de los demás. Desde luego, hay que tener también especial cuidado con los que mezclan alcohol y gasolina, ya lo había manifestado; cuántas tragedias, dolores, resentimientos y un porqué sin respuesta.

¿Cuál ha sido su experiencia en el programa "Goles en Paz" para el manejo de las barras bravas? ¿Ha obtenido los resultados esperados?

Como director de este proceso, doy testimonio de nueve años de trabajo con resultados muy buenos, sin dejar a un lado los momentos críticos y desesperanzadores vividos; con un gran equipo de trabajo, se lograron muchas metas y cosas buenas. Mediante la Creatividad, la Hospitalidad entre barras y el Autocontrol, se salvaron muchas vidas. Desafortunadamente, cuando no se siguen procesos y llegan nuevas administraciones como si fueran esperados mesías, cambia todo y se pierde lo hecho. La violencia ha vuelto en las localidades, colegios, unidades residenciales, etc. Es urgente trazar políticas públicas juveniles claras, creativas e intensas. Los programas que no dan votos se terminan. Pero no todo es oscuridad; a nivel nacional Colombia ha mejorado. Más que crear leyes que penalicen y lleven a la cárcel a estos muchachos, lo importante es generar sanciones sociales que comprometan un trabajo a favor de la ciudad, de los parques, de las comunidades. Esto es tema para otra reflexión.

¿Cuál es su solución ideal al problema de la violencia en las celebraciones?

Educar, prevenir, acompañar, no prohibir, generar una cultura del consumo responsable e integrar a los medios de comunicación en esta responsabilidad. ¿Cuál es la responsabilidad de las grandes empresas fabricantes de alcohol en el consumo por parte de los ciudadanos? ¿Dónde está la responsabilidad social, las campañas educativas sobre el consumo? La violencia se origina en la falta de consideración hacia la sociedad en que vivimos. Si creamos mayor conciencia entre nosotros mismos, si analizamos que la violencia no es la mejor forma de alcanzar las metas, estoy seguro de que nuestra sociedad crecerá y se desarrollará responsablemente. La auténtica educación tiene como fin el desarrollo integral de la persona, por eso debe proporcionar –además de conocimiento– valores, creencias y actitudes frente a distintas situaciones. Todos y aquí está la clave, somos responsables de todos.

Perfil

Sacerdote. Realizó estudios de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de Bogotá. Tiene una especialización de Bioética, con énfasis en el campo médico. Fue director del programa Goles en Paz, un proyecto en el que trabajaba para la buena convivencia con jóvenes de las barras futboleras. Es, también, fundador de la escuela de Fútbol Pala y especialista en resolución de conflictos en equidad. Lleva 19 años como formador de Diáconos Permanentes. Es miembro del CPB y hace regular presencia en medios de comunicación nacionales. En 2009, fue nombrado capellán de su Santidad Benedicto XVI, con el título de Monseñor.